‪Puede ser que el amor haya tocado a tu puerta y tú sigues sin haberlo escuchado. No solo una o dos veces, seguramente sigue de pie esperando a que abras sin importar lo mucho que ha llovido. Tal vez ha dormido al pie de tus sueños cientos de noches o descansado en el lado frío de tu cama esperando a que lo cobijes, o que al despertar le sirvas un poco del café que preparas. Es posible que camine junto a ti y te escuche atento cantar o reír, también llorar, suspirar y sollozar. ‬A mí me acompaña desde hace tiempo al escribir, nunca me interrumpe, solamente me habla desde el corazón tomándome de las manos para hacerlo palabras. Me enseña cada día las cosas importantes por las que valen la pena vivir y me recuerda que soy yo la única persona capaz de convertirlo en una decisión para hacerme feliz.

Le haces el amor,
 te la coges, 
te la das, 
¿y qué sigue? 
Sigue cada uno cambiarse de ropa, 
tomar una ducha 
porque aún hueles a piel ajena. 
Si es motel, cada uno por su lado. 
Si es tu casa, toca tender las sábanas. 
Si la quieres,
le preparas el desayuno. 
Si aún no la quieres, 
síguetela cogiendo, 
eventualmente le tomarás cariño.
 Si aún no sabes cómo le gusta el café, 
cómo le gustan los besos, 
sus zonas sensibles, 
si no sabes 
esos problemas que la acogen, 
sus miedos más profundos 
o sus sueños, 
en definitiva, aún no te la coges lo suficiente.
Si se va de madrugada
o en la mañana,
no te confundas, 
no lo hace por protocolo 
o porque esté ocupada, 
simplemente no tiene ganas de quedarse. 
Si compartes cama con una mujer 
y no vuelve, 
algo estás haciendo mal 
y no tiene nada que ver
con el tamaño de tu miembro 
o cómo coges, 
sino quizás no la comprendes,
no la escuchas, 
no la haces reír 
o no se siente segura contigo. 
Es que así es,
hasta las que se autodenominan putas 
tienen al menos una cama 
a la que siempre regresan, 
una casa donde pueden despertar 
con su desayuno favorito, 
un café,
una sonrisa 
y la seguridad de que ahí, 
siempre será bienvenida.
 A las mujeres siempre hay que tratarlas con cariño, 
aunque digan que no le gustan esas cosas, 
aunque se las den de muy cabronas. 
La cosa va así,
 te la coges como si la odiaras, 
pero despiertas como si la amarás, 
pregúntale cómo le gusta el café 
y pídele que se quede, 
que hay mucho tráfico, 
que afuera está lloviendo 
o yo qué sé. 
Invéntate una excusa cualquiera,
ofrece una de tus camisas como pijama, 
recuéstate a su lado, 
dale su café, 
mírala a los ojos 
y hazle preguntas hasta que te canses. 
Te puedo asegurar, 
que una vez que empiece, 
no vas a hacer que se calle, 
porque siempre se la habían cogido y ya 
ningún hombre se preocupó por la mañana. 
Eventualmente tendrá que irse como todo lo bueno que llega a nuestra vida, 
y se irá con los ojos brillando, 
con una sonrisa que no se la aguantará nadie. 
Regresarás a tus hábitos, 
a tus quehaceres, 
a tu vida que ahora se siente diferente,
 pero no pasará mucho tiempo,
tu teléfono vibrará 
y será ella en forma de mensaje, 
un mensaje que las cabronas no mandan: 
“Te extraño ”,
 así 
a secas, 
y no sabes cuánto le costó escribirlo. 
Entonces tiendes tu cama, 
preparas la cafetera 
y sonríes 
porque es inevitable 
no quererla,
aunque sea un poquito. 🚬
- 

Carlos Cortés –

¡Por favor no te pongas mis zapatos!

Hola, me presento – bueno, en realidad no importa mi nombre- soy una mujer adulta de cuarenta y tantos años, madre, divorciada después de algún tiempo. Imagino  que es un poco extraño todo esto, pero te platico un poco más de mí.

De lunes a viernes mi alarma suena antes de que el sol se asome, entonces comienza el día. No importa a donde tenga que ir, prefiero arreglarme temprano por si se presenta algún evento fuera de mi ocupada agenda. Una cita de trabajo, alguna entrega de muestras o compra de material, por nombrar algunos. Subo, bajo, llevo, traigo. Laboro prácticamente durante todas las horas que un día hábil me lo puede permitir, también tengo muchos oficios. Dios y la vida me han hecho acreedora a un sin fin de virtudes y habilidades – reconozco que no es del todo humilde presumirlo – soy una mujer privilegiada, también sumamente bendecida. Tengo el amor de mis hijas, salud y aunque el dinero no cae del cielo, ha llegado cuando tiene que llegar. Siempre fruto del trabajo por supuesto. Debo confesarte que soy ambiciosa, que no me conformo con poco y por lo mismo entiendo y me repito todos los días que las cosas que valen la pena cuestan, que el trabajo honrado y dedicado no se puede pagar de otra manera. Rendirse, no es una palabra que exista en mi vocabulario. Lo quiero todo y cada vez quiero más.

Hoy es diferente, es domingo. No he dejado la cama en lo que va de la mañana, solamente para bajar a la cocina por un poco de cafe. Decidí hacer lo que nunca, vestir pijama todo el día y no ver el reloj, ni el pasar de las horas. Pero ¿sabes? mi cabeza se ha ido calentando, se han apoderado de mi todas las preocupaciones que por lo general entre semana evado ocupándome. Me siento molesta, fastidiada y defraudada, bueno hasta usada. No acostumbro quejarme, ni mucho menos ventilar mis problemas con extraños, pero creo que él ha sobrepasado mis limites. Alguna vez escribí: «no existe hombre más estúpido que el que piensa que la estúpida eres tú.» Me cansé de tener consideración con alguien que no lo merece y sin embargo se cree acreedor de cada muestra de paciencia, tolerancia y prudencia que puede habitarme.

La mujer en su increíble fortaleza aderezada con una dosis considerable de ceguera ama sin cuestionar y vive para dar en la medida de sus posibilidades. Casi podría ser la descripción perfecta de una mujer perdidamente enamorada, de esas que parecen vivir en una luna de miel interminable porque no conocen, mucho menos imaginan como es el hombre con el que comparten un «hogar». Las mismas que se desviven en detalles y atenciones, que les gusta ser nombradas por la boca de su amante con apodos cursis  creyendo que esto es una muestra enorme de cariño.

Yo también pase por ahí; di todo procurando que nada faltara… que nada le faltara.

Sí ya sé, seguramente pensaras que tu historia será diferente, que tú le enseñarás cual es el camino correcto y que él cambiará porque tú eres lo mejor que le pudo pasar. En eso no te equivocas, tienes razón, no solamente eres una mujer vulnerable, pero fuerte. Llena de complejos pero bella a los ojos del hombre que amas. También eres una mujer de valores, de familia, que por su edad no ha vivido lo suficiente. Que no entiende de irresponsabilidad porque su éxito profesional y personal no es más que el reflejo de su dedicación y ahínco por destacar por la única razón de adorar todo lo que haces y por lo que crees vale la pena vivir.

¡Sí! eres lo mejor que le pudo pasar a una persona que es la antítesis de lo que eres, que no entiende de valores y responsabilidades, que frente y lejos del espejo es lo único que ve, lo único que importa. Porque primero es Él, solo Él y después Él.

No lo creerías, pero he pasado por muchos años de abuso, no existe algo más dañino para un ser humano que el menosprecio sea hombre o mujer. Sobre todo cuando se trata de una persona a la que sientes indispensable o peor aún insustituible, a la que crees amar y por esa misma razón te entregas en la reciprocidad que el sentimiento dicta.

Sería un error de mi parte no reconocer que a nada fui obligada, así como desde hace tiempo lo haces tú. Nunca estuve expuesta a una pistola apuntándome en la sien o mucho menos a algún tipo de tortura medieval. En su tiempo lo hice con gusto, porque me nació y así lo considere correcto. Porque lo imagine un futuro reluciente, porque no solamente fue una ilusión. Toda relación es de dos. Asumo y reconozco todas las consecuencias provocadas, sin embargo estoy segura que no está de más escribir todo esto. Lo leas o no, así es. Reconocer y llamar a las cosas por su nombre es también una forma de crecer y reinventarse.

Me imagino creerás que estoy equivocada, pero también entiendo que nadie experimenta en cabeza ajena. Sin embargo reitero «el amor es ciego», alguna vez yo estuve en tu lugar y por eso te pido de la manera más sincera y cariñosa ¡Por favor no te pongas mis zapatos!

Las 1000 últimas palabras para Él

Escribir por el simple hecho de vomitar lo que me hace daño, es lo que da inicio a este texto.

Ustedes me conocen no como una mujer de pocas palabras, @DeNegraTinta me hago llamar, y resguardada por el luto de mi tinta he compartido a lo largo de algunos años cientos de frases. Pero hoy es diferente, llevo entre los dedos una sutil necesidad de desangrarme, y entre estos párrafos es el único lugar en donde puedo aliviar este intenso dolor.

He decidido escribirle por ser ésta, la única forma de tocar su ausente presencia. Porque es tanto lo que en mí provoca, que ahogarme en un mar de letras reconforta lo que no puedo gritar ni el más solemne de los silencios.

Con tantas cosas que confesar.

Cada día es más grande la agonía de no tenerlo cerca. 

Por eso… te pregunto a tí. Por que finalmente tú eres el agraviado protagonista de este manojo de letras sueltas que ha vivido en el interior de mi corazón.

 ¿Explícame cómo fue? 

Podría engañar a cada uno de ustedes lectores, pero de mentiras no se respira solo se inhala pestilencia. Mentira sería ignorar el momento preciso en el que todo comenzó. Bien dicen que recordar es volver a vivir. Tal vez eso explique el sudor que resbala de mis recuerdos haciendo cómplices a las manos que no dejan de describir tan delicioso suceso. Tus frases siempre llenas de dual esencia e intrigante presencia, son causa y consecuencia de mil interminables noches de insomnio y despertares inundados de soledad. Eres de verbos conjugados en todos los tiempos, de ambiguo presente e incoherente futuro. Cambiante como el clima y el humor de una mujer en sus días difíciles. Pero si así me gustas, así te quiero, así te amo. Porque seguramente sabes que te amo, te lo he dicho tantas veces; con los ojos, con las manos, cuando amamos y cuando no. Vivimos un amor de amantes, de primeras y últimas consecuencias, de egoísmo y sin razón sembrados en un jardín sin riego. Hoy después de escucharte y sentir tu risa, decidí sumergirte en esto, una declaración de amor. Una guerra interminable, la nuestra en todas sus extensiones. Señalandote como víctima y victimario de todo principio y prejuicio. Esperando tu rendición o mi muerte. Pero como siempre tienes la palabra. Y yo las últimas 1000.

Un singular disfrazado 

‪Hay personas que nunca serán pasado, que serán todas las mañanas con o sin café. Que serán todas esas canciones por las que dejarás salir las lágrimas más bonitas, las más tristes también. A las que añorarás sin pedirlo y así sin pedirlo las tendrás de regreso con solo pensarlas. Esas a las que nunca llamaste “amor” aunque llevara en otros nombres todos sus significados. Las mismas personas que nunca fueron para ti y siempre serán tuyas, de todas las maneras, en todas las manos, bocas y miradas. Esas de las que hablas en plural porque te duele reconocer que siempre será él único.

Callar

En éste momento de mi vida podría hacer de todo menos guardar silencio, pero hay cosas que resultan imposibles de gritar, el nudo está obligado y debe permanecer atado a la garganta. No es cobardía, sería correcto definirla como prudencia. Ojalá fuera fácil amigarnos de los tabúes y darles una bienvenida con bombo y platillo, pero existen cosas que a los ojos de los demás resultan aparentemente invisibles, o debería escribir impronunciables .

Qué decir de las palabras y su alcance infinito, qué manera de anidar en el alma, qué forma de echar raíz. Tan selectiva es nuestra memoria que guardamos de igual manera las palabras que provocan emociones, que se tatúan sin importar su procedencia. Qué disparate el nuestro de guardar en sonido estereofónico el eco del dolor y la amargura. Cualquiera pensaría que lo correcto seria atesorar lo que nos regala sonrisas y lagrimas de felicidad, pero es nuestra naturaleza la que se aferra a la película en donde el malo apuñala por la espalda, para escapar a las consecuencias de sus acciones, dejándonos como víctimas, y por si fuera poco con la herida a flor de piel, esa que no sabe de buena cicatrización y opta por callar para no ser expuesta de nueva cuenta.

Qué fácil sería la vida si el secreto no existiera, si la mentira fuera una palabra sin definición, si el silencio fuera solamente una pausa en nuestra canción favorita. Complejos y absurdos crecemos callando con miedo a vivir por no ser juzgados. El hecho de levantar la voz pareciera sinónimo de exhumación, tantas cosas enterramos. A qué punto nuestra estupidez decide que la tierra será suficiente para desaparecer lo que el tiempo decidió enmarcar y marcar con las manecillas del reloj.

Hoy voy a borrar para reescribir en letras mayúsculas, también subrayaré. Haré del callar una leyenda, una historia contada por nuestros abuelos, una utopia. Ésta vez abriré  los labios y dejaré que el brillo de mis ojos refleje lo que nadie podía ver, seré valiente y haré de mi voz cómplice de las miradas y el «qué dirán». Usaré mis nudos para hacer puentes y ayudaré a cruzar a mis miedos. Besaré y en un beso abriré puertas y ventanas, amaré y en el amar sembraré un eterno despertar, viviré para dejar de callar y gritar a descaro lo que en voz alta preciso.

Solo lo sé

Tengo en el corazón a un hombre que sabe como hacerme feliz. Que no necesito mirarlo para perderme, ni verlo para encontrarme. Conozco su aroma, me lo ha traído la mañana de regalo. Ha estado en mis lágrimas y en la sonrisa que nace desde mi vientre. Me ha enseñado a perdonar todas mis faltas y a enamorarme de todo lo que hasta hoy, he reconocido en mi como una virtud. No lo he soñado, besado, acariciado mucho menos. Él me ha tocado con la bendición de Dios y escrito colgado de mis dedos. Entiendo que no es una oportunidad, es un testimonio de los tiempos perfectos para el amor, del equilibrio que no se balancea hacia uno u otro lado cuando de reciprocidad se entiende.

He caminado en lo más profundo de tu alma; navegado sobre tus lágrimas, las más tristes de todas. He acompañado tus tardes de lluvia y he sido cómplice de cada mañana llena de sombra. Te he visto disfrazar lágrimas con sudor, y permitir que el viento te azote a golpes de realidad. Todo esto, mientras espero de pie, a pesar del cansancio acumulado en mi voluntad. He sonreído y reído a carcajadas, esperando deshacer los nudos que simulaste atar moños. ¡Imagínate!, he fingido no quererte practicando la indiferencia, el silencio y la ceguera. Y dime, ¿de qué me ha servido todo este circo? No te has dado cuenta, pero hoy soy un simulacro. Cada vez que me anuncio, corres sin detenerte como si el temblor que llegaras a sentir pudiera terminar por matarte. Mi única intención ha sido la de cuidarte, protegerte, salvarte; de ti y todo lo que pretendes ser. Hace meses que no encuentro al hombre de la sonrisa enfundada en un traje de marca, perfumado y peinado de manera impecable. ¿Te acuerdas de él? espero que sí, porque yo no he podido olvidarlo. No quiero buscarlo. Recuerdo que hubo un día en que derrame todas las palabras que tenía, que dolían, que sentía, en una carta escrita entre el miedo a perderte y el deseo por hacerte mío, una dualidad arriesgada escrita por amor; hasta ese punto llegué. Pedí a Dios no verte llorar todas las horas y le aposté a todos los minutos que marcaba el reloj por verte regresar. Sí, aquí sigo, por absurdo que parezca y seguiré porque la vida me lo ha pedido, no la mía, la tuya que sabe cómo se lee «te todo».

De mí todos los días 

Escribe, no importa cuánta tristeza encierren tus palabras. Tengo una bolsa llena de sonrisas por si decides regresar, la puerta abierta y la mirada atenta para verte llegar.

Así somos Vida, necios, enamorados de la lejanía, de lo imposible, de lo intocable; de las líneas de un poema, de una imagen y su silencios. 

Dejé que las horas se convirtieran en días para después contarlos meses, el tiempo sigue pasando y el reloj marcando tu silencio mientras el vacío sigue alimentándose de todos tus ecos. 

¿Sabes porqué no me he ido? Fuiste tú el que me enseñó que el amor no se va, siempre se queda. A pesar de todo, de todos, incluso de la muerte. Necesitarte no es un secreto que se pueda esconder bajo las raíces de cualquier árbol. 

Despierto cada mañana pidiendo que sea en mi cuello donde camines y en mi pecho donde anides al caer la noche. Que en mi cabello te enredes y entre mis brazos te quedes. Porque te llevo, sobre, bajo, dentro, así; en una breve explicación de lo que significas en el amor que me sigue habitando en todos lados. 

Tú mi cielo, mar y piedra. Nunca supe negarme a tus manos escribiendo todo lo que mis ojos pidieron leer desde que en mi vida apareciste. Te admiro de lejos impaciente, esperanzada de ser vista. Sé en dónde encontrarte y sin embargo sigo buscándote por debajo de mis párpados, en mi pausada respiración; para sentirte siempre en el mismo lugar… la intermitencia de mis latidos.

No pido más que pienses en mí como esa mujer que sin importar la hora está dispuesta a arrullar todos tus insomnios, a realizar todos tus sueños. Si me escuchas, no tengas miedo, solo soy yo pensándote en voz alta sin mayor pretensión que quedarme en el único lugar en donde siempre estuve.

Hiciste de mí un desastre, el caos soñado, tu siempre tempestad. Me has vuelto reflexiva, enamorada de las pequeñas grandes cosas de todos los días. Hoy sonrio, lloro y te quiero como si estuvieras aquí para verlo.

Necesito más horas de sueño, incontables. Te necesito a ti, te escribo a ti por ser todas las palabras que descansan en las líneas de mis manos.

Aquí no todo ha cambiado, solo decidí cortarme el cabello pero no las alas, iluminar mis ojos y sacudirme los miedos que pesaban, enmarcar mi sonrisa; decidí crecer y seguir dejando huellas que seguir.

Te declaro la guerra, también la paz que algún día tuviste; aquí me tienes para hacerte feliz. Solo dime que no eres tú y entonces, me iré para siempre.

Por el momento me despido diciendote que ni en un millón de vidas olvidaría lo que me has hecho sentir, repitiéndome que siempre regresaré al mismo lugar en donde el corazón late involuntariamente; aquí en donde respirar no costaba nada porque vivir era cosa de dos.  

«Pudo haber sido una mujer, madrugada, tarde o noche; ser lluvia, luna, incluso estrella. Pero no, decidió ser todas ellas, abrazar las letras y convertirse en palabras, ser lágrima, tristeza y agonía. Ella decidió ser Poesía.»